Beneficios físicos y mentales de ser amable
Por Jessica Heintz, DO
En un mundo centrado en avanzar y moverse más deprisa, quizá la solución a muchos problemas sea simplemente frenar y ser amable con alguien, ¡incluso con nosotros mismos! La amabilidad es un rasgo del que todo el mundo es capaz, pero que muchos menos demuestran. Al mismo tiempo, la gente se detiene y presta atención cuando ve un acto verdaderamente amable por parte de otra persona. Descrita como un "hábito de dar", la amabilidad puede producir beneficios físicos, sociales y psicológicos. Nos hace sonreír y, al mismo tiempo, hace del mundo un lugar mejor y más luminoso. Conozca el "por qué" y el "cómo" de practicar la amabilidad en nuestra vida cotidiana.
"Hay tres caminos hacia el éxito final: El primero es ser amable. El segundo es ser amable. El tercer camino es ser amable".
Sr. Rogers
Los beneficios físicos y mentales de la amabilidad son tangibles. Las acciones amables hacen que nuestro cerebro libere las sustancias químicas naturales serotonina y dopamina. Básicamente, son las hormonas del "bienestar". Cuando están bajas, las personas pueden experimentar síntomas de ansiedad y depresión. Ayudar a aumentar los niveles de serotonina y dopamina practicando la amabilidad puede ayudar a disminuir estos sentimientos y crear un "subidón del ayudante". Las emociones positivas pueden ayudar a reducir el estrés. Dependiendo de la acción, la amabilidad puede incluso fomentar la actividad física. Recoger las hojas de tu vecino no sólo le hará sonreír, sino que también te ayudará a quemar unas cuantas calorías extra.
La amabilidad también produce beneficios psicológicos. Practicar la amabilidad a menudo nos da una perspectiva de la vida y nos distrae de nuestros propios problemas. Ayuda a fomentar la gratitud, la empatía y la compasión en nuestras mentes y corazones. La amabilidad ayuda a crear un entorno positivo y de apoyo, así como vínculos con los demás, reduciendo así el aislamiento y la soledad. Para quienes luchan contra la salud mental, como muchos de nosotros, ésta es una parte inestimable de cualquier viaje de recuperación de la salud mental. Por último, la bondad nos permite participar en actividades significativas y puede proporcionarnos un sentido de propósito y contexto en el mundo.
¿Cómo puedes empezar a desarrollar este hábito de ceder en tu propia vida? Es muy fácil. Empieza por ti mismo y luego pasa a los demás. No podemos dar de nosotros mismos si no nos sobra nada. Empieza siempre por cuidarte y ser amable contigo mismo. Haz algo que te guste y aprende a poner límites a tu vida. Lleva un diario de agradecimientos, date un baño de burbujas, practica tu juego de golf, contempla la puesta de sol, haz ejercicio, disfruta de una copa de buen vino, duerme hasta tarde (o, como mínimo, acuéstate temprano). Después, intenta ser amable con los demás. Las oportunidades son infinitas. Puedes ser voluntario, mentor o participar en el apoyo a una causa benéfica. Practica actos de bondad al azar abriéndole la puerta a alguien, invitando a un desconocido a un café o simplemente haciendo contacto visual con otra persona y sonriéndole al pasar.
Este tipo de acciones pueden parecer más difíciles de llevar a cabo en nuestro actual mundo COVID, pero te reto a que seas creativo. Escribe una carta a un amigo, llama a un abuelo, deja un tentempié para los repartidores o prepara una comida para un vecino necesitado. La amabilidad con los animales también cuenta: saca a pasear a tu perro. Recuerda que lo que importa es la intención que hay detrás de una acción, no la magnitud del gesto. Cuando el mundo salga lentamente de la cuarentena por COVID, no podemos subestimar el valor de la conexión y la interacción con nuestros semejantes a través de la amabilidad, ¡aunque sea a dos metros de distancia! Hacer el bien sienta bien. Ahora, ¡sal y sé amable!



