Los beneficios nutricionales de la remolacha son asombrosos. Están repletas de vitaminas del grupo B, y en el bulbo se encuentran minerales y fibra. Para obtener el máximo sabor de las remolachas, tu mejor opción es asarlas. Simplemente pele y corte las remolachas en trozos pequeños y cocínelas en una bandeja para hornear a 400 grados Fahrenheit. El calor hará que se doren los bordes y resaltará el dulzor natural de la remolacha, intensificando su sabor con cada bocado. Guarde las hojas de remolacha para otro uso. Con un ligero amargor, como la col rizada, se pueden saltear con un poco de aceite de oliva y sal para acompañar cualquier comida.
Coloque la rejilla del horno en la posición central. Precaliente a 400 grados Fahrenheit.
Lavar y pelar las remolachas. Córtela en trozos del tamaño de un bocado.
En un bol mediano, mezcle las remolachas, 1 cucharada de aceite de oliva, sal y pimienta. Colóquelas en una bandeja forrada con papel de aluminio. Asar hasta que las remolachas estén tiernas, unos 15-20 minutos (el tiempo de cocción será menor ya que estamos cortando las remolachas en trozos más pequeños).
Sacar las remolachas y dejar enfriar.
Coloque el pan de molde en la rejilla y vuelva a colocarlo en la posición central. Ase (asegúrese de vigilar el pan tostado para que no se queme) hasta que el pan tostado se oscurezca ligeramente por los lados. Retira del horno y deja enfriar.
Preparar la cobertura de queso de cabra. Remover el queso de cabra y la leche en un bol mediano hasta que quede suave, eliminando los grumos del queso, si aún no está a temperatura ambiente. Sazone con pimienta.
Untar cada tostada con unas 2 cucharadas de la mezcla. Cubrir con remolacha y decorar con rúcula y nueces picadas.
Opcional: rocíe un poco de miel local por encima de cada crostini para resaltar el dulzor de la remolacha.
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